LOS SONIDOS DE TOLEDO Y CORPUS CHRISTI: LA CANCIÓN DE LAS CAMPANAS
Los sonidos
de Toledo y Corpus Christi: La canción de las campanas
Por: Samantha Knight
El repique de las campanas
de una iglesia resuenan en el silencio del aire fresco de la mañana.
En las calles, todo está en la sombra. Todavía el sol está escondido detrás
de los edificios altos. Arriba hay una tela pintada por un azul tentativo
mientras el cielo lentamente estaba recordando como tan vibrante
puede ser. En este mundo, entre los sueños y la luz, cada siguente
peaje de la campana suena más fuerte y los mezclan como olas
tocando la ciudad que poco a poco se despierta.
Seguramente, ahora nadie
está todavía perdido en el silencio del sueño.
El sol continúa subiendo en
el cielo, y la sombra ya es poca profunda. Una melodía nueva
empieza con los murmullos que son sordos por las barreras de piedra.Las
voces en las calles son pocas al principio, pero cada momento hay más mientras
el mundo se vuelve más y más brillante. Partes pequeñas de
conversaciones van a la deriva en el laberinto de pasajes
serpeantes. Algunos pasos tamborilean suavemente en el suelo. Unos
coches van con cuidado por las calles angostas, pero mientras que los
golpeteos de los zapatos se hacen más ruidosos con el número creciente de personas
que llegan, los sonidos de los coches se desvanecen poco a poco hasta desaparecer.
Pronto, el mar de voces crece y el ritmo constante de los
transeúntes también se pierde. Los edificios por los dos lados
retroceden y adelante está una plaza llena de la luz del sol. Las
melodías suaves de cientos de historias se mezclan juntas. Se oyen las voces
pequeñas de los niños, llenas de energía sin límite, las de los jóvenes que hablaban
de cualquier tópico, y las más ásperas y sabias de los viejos que están esperando
y recordando. Se perciben las sílabas más bruscas de las lenguas extranjeras
de los visitantes de esta ciudad que estaban buscando un lugar para estar de
pie, para mirar, para participar en este festival que se desarrolla alrededor
de ellos. Por encima de las mareas de cháchara, otro tipo de música
flota y toca los corazones de todos los que esperan.
Esta música también es compuesta por voces, pero estas
no son audibles por completa a causa del clamor del abajo. Cantan juntas, y hilan
sus palabras no para que otros las oigan sino para que ellos las sientan.
Cuentan sus historias por la belleza de los sonidos y la belleza de
la tradición de fe que es su fuente. Los cascos de caballos entran y trapalean en estas capas cambiantes de sonido.
La energía de la multitud crece con el ritmo nuevo. La
procesión ha comenzado. Las próximas harmonías son de las bandas
que marchan delante orgullosas. Los bronces triunfantes llena el
espacio con su alegría. Los tambores hacen eco de los cientos de corazones
que laten al lado de los otros en la celebración. El crescendo
termina con el segundo ciclo de disparos en este día. El trueno
magnífico proclama la
majestad que sigue. Luego, tan leve, el repique de campanas distantes
entra en la sinfonía.
Estas no solo suenen como
las que marcaban la hora. Estas tienen una profundidad misteriosa
que resuena con el alma. Aunque las campanas cantan suavemente, su
canción tiene una luz adentro que es tan brillante que eclipsa el
sol que ahora está muy alto, arriba. Un par de manos empieza a aplaudir y
después de un momento, muchísimos otros hacen lo mismo. Aun así, todavía, se puede
oír la canción de las campanas.
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