Las aventuras de Lola en España



Las aventuras de Lola en España





    Como individuos hemos trazado metas a largo plazo que al alcanzarlas sentimos mucho más que felicidad. Pues nos recorre por el cuerpo una alegría inexplicable que nos hace querer explotar. Ese fue mi caso y para que entiendan el contexto de la situación imagínense una chica puertorriqueña, con el sueño de alguna vez visitar Europa, sin haber pisado jamás un aeropuerto y trabajando día a día para metas que me acercaron inadvertidamente a ese objetivo. Cuando logré obtener la oportunidad del intercambio estudiantil a través del convenio que posee la Universidad Interamericana de Puerto Rico con la Fundación  apenas podía creer que realmente en pocos meses estaría sumergida dentro de una cultura totalmente diferente. Sin embargo, estaba muy segura que deseaba levantarme todos los días dentro de un ambiente que me retara a expandir mi visión y me ayudara a adquirir conocimientos para mi formación personal, académica y profesional.

    Durante las primeras semanas en España he podido apreciar, que a pesar de extrañar las cosas que generalmente solía realizar, esta experiencia no la cambiaría por nada. En cambio me da pena pensar que se trata de una estancia que es de apenas unos meses. Para ello he tenido que mentalizarse y permitirme experimentar nuevas vivencias. Esto ha conllevado un giro total a el estilo de vida que anteriormente llevaba. Considero que es lo más complicado que se me ha hecho pues camino por un sendero que no revela el tipo de suelo con el que me encontraré pero es un misterio que resulta fascinante. Así que a pesar de los miedos que pueda tener me lanzo a experimentar cosas nuevas con la intención de no arrepentirme por lo que no pude realizar. 




    Es de este modo que una de las cosas que más ha captado mi atención es la practica de los españoles de desayunar pequeñas porciones de grandes cantidades de azúcar en comparación con Puerto Rico. Pues un boricua se conforma con un cafecito de los famoso kiosquitos y un emparedado que tiene una longitud del tamaño del antebrazo. Sin embargo, un desayuno español consiste de magdalenas, churros con chocolates o alguna selección de bollerías de la panadería. De igual modo sucede con las comidas y cenas dado que provengo de un país que solo se sirve un plato mientras en Europa suelen servirte un plato principal y secundario para finalizar con la taza de café. Así que he tenido ocasión de probar platos que me pueden resultar exóticos y que jamás hubiese probado en otros términos.


    Por último, he tenido la dicha de caminar y perderme por los mágicos callejones de Toledo, que en un principio me atemorizaban pero ahora me resultan atractivos. ¡Creo que he adquirido el síndrome de Toledo! Esa pasión por caminar sin rumbo y descubrir a profundidad cada rincón que hace culturalmente hermoso a Toledo. Es por ello que he mencionado que he mejorado mi condición física, pues aquí tocaba caminar con grandes relieves que equivalen a un día de gimnasio increíblemente. Lo más que me ha gustado de mis caminatas ha sido llegar muy cerca del Río el Tajo. Pues me resulta tan tranquilizador el sonido del agua golpeando con su cause natural.  Esta experiencia da tanto que hablar que deben vivirla.




    Autora: Sophia Mary Cabán Martínez
Estudiante de Desarrollo Empresarial y Gerencial
UIPR ┃Recinto de Ponce

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