¡Los boricuas siempre te salvan!


¡LOS BORICUAS SIEMPRE TE SALVAN!








Por: Keven José Amaro Soto

Universidad Interamericana de Puerto Rico

Recinto de Ponce

            Hace unas semanas me presenté como redactor en este espacio para los estudiantes puertorriqueños de la Fundación Ortega – Marañón, en Toledo, España. Sin embargo, no les hablé sobre el rinconcito de Puerto Rico al que pertenezco. Vengo de donde los sueños parecen imposibles, de donde las ganas de salir adelante son inmensas y de donde los sacrificios son la orden del día. Soy del pequeño pueblo de Arroyo (Pueblo Grato y Cuna de los Bucaneros). Mi pueblo se sitúa en el sureste de Puerto Rico, conectando sus límites con los pueblos de Patillas, Guayama y el esplendor del Mar Caribe. Ser de donde soy… me ha ayudado a identificarme mucho con la realidad que hoy enfrento. La ciudad de Toledo es un armario amurallado que comprende la historia española, las estancias de distintas culturas y el encanto del Río Tajo, que bordea el Casco histórico de esta región. Unas semanas atrás caminaba en dirección a un encuentro con mi paz y mi ser, caminaba en busca de ese espacio que te brinda confianza y mucha certeza de que todo estará bien. Siempre me han dicho “que la vida obra por caminos misteriosos” y una vez más confirmé este refrán popular. “Los boricuas siempre te salvan”, nació ese día que necesitaba encontrar paz en medio de la tormenta. El 20 de febrero de 2023, fue la primera vez que escuché el acento puertorriqueño en las calles de Toledo; quedé asombrado al escuchar, fuerte y claro, a tres jóvenes boricuas hablando el “spanglish” que nos caracteriza tanto. Automáticamente, les pregunté, disculpen ¿de Puerto Rico? Aunque era evidente la respuesta que me darían, claro que sí fueron sus respuestas. Al instante coincidimos, entramos en confianza y entre tanto palabreo nos enteramos que somos vecinos de pueblo. 

Una de las jóvenes, Natalia, es del pueblo de Guayama y la otra chica, Mariela, del pueblo de Ponce, cede de mi campus universitario en Puerto Rico; por último y no menos importante, Kevin, uno de los casi mil tocayos que he conocido en la vida porque para las personas, mi nombre es Kevin y no Keven. No se hizo esperar la familiaridad de aquel momento y por qué no brindar por habernos encontrado en Toledo. “El mundo es tan chiquito” – dijimos, mientras brindábamos con una cerveza del patio, de mi querido Toledo. Los llevé a “Lamalquerida” donde degustamos ciertas tapas y conversamos por un rato, esperando la hora de mi próxima clase y su viaje de regreso a Madrid. Gracias a ese encuentro inesperado, hoy comparto más a menudo con ellos y planificamos para “janguear” juntos. ¿Cuál es el propósito de tu existencia? – escuché a una persona preguntar, pregunta que se quedó en mi mente por mucho tiempo. Cuando no encontraba respuestas para esta interrogante, aparecieron estas boricuas a darle sentido y a ser propósito en el tiempo y espacio correcto. 

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