Enfrentando lo desconocido: haciendo amigos en el extranjero

Enfrentando lo desconocido:
haciendo amigos en el extranjero
 

Por: Keith Cotto Cáez
Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano

 

El miércoles pasado se cumplió cuatro semanas desde que arribé a España. Venía con dos maletas y nada de expectativas. La realidad es que la única información que me habían dado era que venían dos estudiantes más de Puerto Rico, pero tenía ni la más mínima idea de quienes eran. Luego de cuatro semanas acá, miro hacia atrás y pienso en todas las veces que me decían que caería “como pez en el agua”. Toda la vida siempre me han dicho que soy capaz de adaptarme con facilidad a nuevas situaciones y ambientes. Existe un refrán boricua que engloba perfectamente este pensar: “baila al son que le toquen”. Yo siempre pensé que eso no era tan cierto, hasta que llegué acá.

Quizás al leer esto alguien pensaría que hice amistades desde el momento que conocí otros miembros del programa. Sin embargo, la primera persona que conocí fue durante el vuelo de Nueva York a Madrid. Resulta que siete horas sentado al lado de una persona, que resultó ser latino de paso, es una excelente oportunidad para conversar y hablarnos de nuestros países y culturas. Hago pausa para enviarle un saludo al amigo chileno que nunca leerá esto, pero sin saberlo fue la primera persona que conocí en esta aventura. También le pido disculpas a los que no salgan en las fotos. De seguro significa que aún no tenemos fotos juntos y estamos perdiendo el tiempo, por no decirlo como lo diría en Puerto Rico. Ahora sí, regresando de la pausa comercial… Cómicamente lo mismo pasó a las afueras del aeropuerto, cuando subí al bus que nos traería a Toledo. Mientras esperábamos por otros miembros del programa que llegaban en vuelos más tardes que el mío, y terminales distintos, comencé a conversar con la chica que había llegado antes que yo. A pesar de lo cansados que estábamos, logramos conocer bastantes el uno del otro. Luego de un mes, ya estamos próximos a viajar en el mismo grupo por tercera vez dentro de una semana.

De camino a Toledo finalmente conozco a los boricuas que me habían dicho que venían. Desde el momento que los vi, imaginé que eran ellos. Había algo en ellos que inmediatamente me hizo identificarlos como puertorriqueños y, mientras movíamos las maletas de un lado a otro, lo confirmo al ver el “tag” de sus maletas con las siglas SJU a MAD. Justo ahí, aprovechando que nos habíamos bajado de bus, les pregunto quiénes eran y si venían de Puerto Rico. Efectivamente, mi instinto no falló. Ahora que lo pienso, creo que lo mismo les pasó a las próximas dos chicas que conocí. Al verme, eso fue lo primero que me preguntaron.

Conforme fueron pasando los días eran más las amistades que hacía. Los viajes durante los fines de semana han sido la oportunidad perfecta para conocer personas. En nuestro primer viaje a Madrid, conecté con personas a las que casi no les había hablado. Una vez empezamos, ya no paramos. Lo mismo fue durante mi fin de semana en Barcelona. Ha sido uno de mis viajes favoritos por las amistades que hice en él. Éramos un grupo pequeño, pero que nos llevamos muy bien.

Hoy día, superado el miedo a lo desconocido, puedo decir que he conocido gente increíble. El grupo de personas con las que he tenido la oportunidad de compartir han hecho de esta experiencia mil veces mejor. Definitivamente no los cambiaria por nada del mundo. De solo pensar en lo rápido que está pasando el tiempo me da pereza. El fin de semana pasado tuve esa conversación con una amiga y resulta que ella también la había tenido con alguien que conoció acá a pesar de que estudian en la misma universidad. Recuerdo que ella me dijo que mejor no pensemos en eso, y yo inmediatamente recordé una cita de A. A. Milne (Winnie the Pooh) que dice: “Qué suerte la mía por tener a alguien que hace que sea realmente difícil decir adiós”.


 



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